"Trabajar por un objetivo común es el objetivo de cualquier empresa. Si este objetivo se basa en la inteligencia emocional, lo más probable es que el resultado sea más óptimo."
Hoy es el día de Sant Jordi, y este año nos toca vivirlo confinados. La situación derivada de la Covid-19 nos tiene inmersos en una montaña rusa de emociones y tenemos que trabajar para conseguir gestionarlas de la mejor manera posible.
La inteligencia emocional, a quien cada vez más miramos más de frente, sin miedo, es vital para el desarrollo personal, sobre todo en momentos convulsos como los actuales. Pero también lo es para el desarrollo laboral, sea como líder de un equipo o como miembro del mismo.
La experiencia y la trayectoria laboral, y una buena gestión de las emociones son ya piezas básicas para asumir el liderazgo en cualquier situación, de control y de incertidumbre. Una investigación, en el ámbito mundial, realizada por "The Consortium for Research on emocional Intelligence in Organizations", concluyó que el éxito de una empresa recae en un 23% en las capacidades intelectuales de sus miembros y en un 77%, en las aptitudes emocionales. Es importante destacar el aumento en el interés por mejorar la gestión de las emociones en la empresa, habiendo entendido que es un factor clave para un futuro su más beneficioso. Para poder gestionar mejor nuestras propias emociones y la de nuestros equipos es imprescindible desarrollar competencias emocionales, grupalmente e individual, para poder atender y entender el equipo como una única pieza, trabajando bajo el paraguas permanente de la confianza en uno mismo y en los compañeros.
En IGS TOD TRAINING, a través de nuestra experiencia, acompañamos la empresa a redefinir los objetivos profesionales, concretos y genéricos; proporcionamos recursos personales y técnicos para gestionar situaciones de incertidumbre como el actual; detectamos, analizamos y ofrecemos soluciones a las oportunidades que dan también las situaciones de crisis; o guiamos para una buena gestión del conocimiento interno de la empresa. Llegar a entender cómo funcionan nuestras emociones es fundamental para mejorar cualquier aspecto relacionado con el ámbito laboral y personal.
La inteligencia emocional afecta también al rol que desarrollan los trabajadores. Líder y equipo deben aprender a ser empáticos, buscar soluciones oportunas a los diferentes problemas que se planteen, la mejora de la colaboración dentro del equipo, entre otros. Como ya hemos dicho, el líder no queda ausente de esta formación en gestión de las emociones, ya que con independencia de sus otras capacidades que le han otorgado el rol de liderazgo, debe saber que buena parte del éxito le vendrá justamente de cómo se desarrolle con la gestión de las emociones de su equipo. Un alto nivel de inteligencia emocional llevará al aumento del comportamiento positivo de los miembros del equipo, al tiempo que este comportamiento se traducirá en una mayor productividad, resultados positivos, y la consecución de los objetivos.
Trabajar por un objetivo común es la meta de cualquier empresa. Si este objetivo se trabaja a partir de la Inteligencia emocional, muy probablemente el resultado sea más óptimo. Invertir en el desarrollo de las competencias emocionales a colectivamente o individual a partir de formación en gestión de emociones es una apuesta casi segura. Los resultados muestran que la productividad es mayor si existe confianza, empatía, y una relación positiva entre los miembros del equipo. Si conseguimos conocer y sabemos profundizar en las emociones de cada uno podremos también obtener una radiografía de la cultura de la empresa, internamente.
Son días de confinamiento, de teletrabajo, de escalada de emociones. De percepciones positivas y negativas. Es un momento interesante para profundizar más en la gestión de las emociones, en su importancia por lo que supone de control personal, pero también, para valorar como apuesta la formación en la gestión y conocimiento de las emociones en nuestros equipos como inversión de futuro en nuestra empresa.
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